El 21 de Junio de 1.966, luego de ser brutalmente torturado, aparece muerto en los calabozos del SIFA (Servicio de Interligencia de las Fuerzas Armadas) el periodista y comandante revolucionario Fabricio Ojeda, quien fuera también presidente de la Junta Patriótica que derrocó la dictadura de Marcos Pérez Jiménez. Por tal motivo, todos los 21 de Junio, en Venezuela conmemoramos el "Día del Mártir Revolucionario".
Compartimos a continuación, la carta dirigida por Fabricio a la Cámara de Diputados del extinto Congreso Nacional.
«Señores Presidente, Vicepresidente y demás miembros de la Cámara de Diputados.
Palacio Legislativo. Caracas.
Distinguidos colegas:
Palacio Legislativo. Caracas.
Distinguidos colegas:
En el primer aniversario de la suspensión de las garantías
Constitucionales, un grupo de estudiantes de la Universidad Central y
yo, hicimos una promesa de extraordinaria significación. Estábamos en el
Cementerio General del Sur, frente a la tumba de Alberto Rudas Mezzone
–uno de los tantos jóvenes caídos en la lucha por la libertad–, allí
levantamos las manos y las voces y juramos: que el sacrificio de
nuestros mártires no sería en vano. Juramos continuar sus pasos y
cumplir su obra, para que la sangre derramada retoñase en nueva vida
para el pueblo.
Y desde entonces comenzamos a prepararnos para el cumplimiento
irrenunciable. Con este objetivo, redimir al pueblo haciendo honor al
sacrificio de sus mártires, hemos trabajado sin descanso, hemos luchado
sin cesar. Ahora a mí, solo me queda, como decía un insigne pensador
latinoamericano [José Martí], "cambiar la comodidad por la miasma fétida
del campamento, y los goces suavísimos de la familia por los azares de
la guerra, y el calor del hogar por el frío del bosque y el cieno del
pantano, y la vida muelle y segura por la vida nómada y perseguida y
hambrienta y llagada y enferma y desnuda".
Estoy consciente de lo que esta decisión implica, de los riesgos,
peligros y sacrificios que ella conlleva; pero no otro puede ser el
camino de un revolucionario verdadero. Venezuela –lo sabemos y los
sentimos todos–, necesita un cambio a fondo para recobrar su perfil de
nación soberana, recuperar los medios de riqueza hoy en manos del
capital extranjero y convertirlos en instrumento de progreso colectivo.
Necesitamos un cambio a fondo para liberar al trabajador de la miseria,
la ignorancia y la explotación; para poner la enseñanza, la técnica y la
ciencia al alcance del pueblo: para que el obrero tenga trabajo
permanente y sus hijos amparo y protección. Venezuela, en fin, necesita
un cambio profundo para que los derechos democráticos del pueblo no sean
letra muerta en el texto de las leyes; para que la libertad exista y la
justicia impere; para que el derecho a la educación, al trabajo, a la
salud y al bienestar sean verdaderos derechos para las mayorías
populares y no privilegios de escasas minorías. Pero nada de esto podrá
lograrse en un país sub-desarrollado y dependiente, como el nuestro,
sino a través de la acción revolucionaria que concluya con la conquista
del Poder Político por parte del pueblo. De otra manera, tanto los
instrumentos de poder, como los medios de riqueza, continuarán en manos
de los monopolios internacionales y de las castas oligárquicas del país,
con la consiguiente explotación de los trabajadores, la proliferación
del hambre y la miseria y el abandono permanente del pueblo. Esta
situación precisa una transformación estructural que cambie el sistema
formalista de la democracia por la efectiva realización de la misma: es
decir, que arrase con todo lo podrido, con todo lo injusto, con todo lo
indigno de nuestra sociedad y en su lugar erija una nueva vida de
justicia y libertades.
A estas alturas de la historia, cuando un vendaval de renovación sacude
al mundo, los venezolanos no podemos permanecer aferrados a una vida
política, sin perspectivas de futuro y que mantiene al país sumergido en
el subdesarrollo económico, en el atraso crónico y al pueblo, doblegado
bajo el peso constante de la miseria y la ignorancia y el hambre.
Venezuela es un país privilegiado por la naturaleza. Las entrañas de su
tierra están pobladas de riqueza y sobre la superficie crecen montañas
de dinero. Pero estas riquezas y este dinero sólo van a parar a los
bolsillos de los grandes tiburones de la política nacional e
internacional, mientras que el pueblo, dueño de ellas, se debate entre
la angustia de no poseer nada y el dolor de su precaria situación
económica. Este país, donde se produce tres millones de barriles de
petróleo diariamente y mas de veinte millones de toneladas de hierro
cada año, donde las empresas extranjeras que lo explotan acusan
utilidades que sobrepasan los mil quinientos millones de bolívares
anuales, vive un drama terrible con centenares de miles de obreros sin
trabajo, con centenares de miles de campesinos sin tierra, con
centenares de miles de niños abandonados y sin escuelas, con centenares
de miles de analfabetos, con legiones de indigentes que escarban en los
desperdicios en busca de alimentos y centenares de miles de hombres y
mujeres sin techo que se arrastran hacinados en ranchos insalubres, sin
la menor protección social, sanitaria o económica. Este país que es el
mas rico de toda la América Latina, muestra ante los ojos angustiados de
su gente, un panorama de males y penurias que se ahonda en la
existencia misma de grandes contradicciones: mientras unos lo tienen
todo, comodidades, lujos, placeres y bonanza; otros nada poseen, ni nada
les espera, a no ser la muerte en la mas completa pobreza. Mientras
unos tienen en bancos y cajas fuertes millones de bolívares, otros
carecen de recursos mas elementales de la vida humana. Mientras unos
pueden mandar a sus hijos a los mejores colegios, otros tienen que
resignarse a ver a los suyos crecer en la ignorancia. Mientras unos
viven como parásitos, sin trabajar ni producir, otros no encuentran
donde colocar su fuerza de trabajo. Mientras unos ven a sus mujeres dar a
luz en clínicas lujosas, otros, los más, tienen que conformarse con
verlas parir como animales en sus ranchos inmundos.
Consecuencia de esta firme convicción, resultado de ese análisis, es la
decisión que he tomado de combatir con las armas en la mano, como lo
hace el pueblo cuando quiere conquistar la libertad, y buscar en la
acción revolucionaria la solución de nuestros grandes problemas, y
lograr para el pueblo una vida nueva, distinta a la precaria existencia
que ha llevado durante siglo y medio de República injusta. Esta decisión
me honra y compromete, a la par que me satisface. Igual camino han
tomado en épocas y países distintos los mas notables hombres de la
humanidad. Igual decisión tuvieron que tomar nuestros Libertadores
frente a una Patria colonizada, frente a un pueblo esclavizado. Ellos,
los forjadores de nuestra nacionalidad, nos trazaron el camino y
nosotros hemos de continuarlo con iguales sacrificios, con los mismos
riesgos y la misma fe, para despedazar las nuevas cadenas del dominio
extranjero y garantizar la plena independencia nacional.
Esta es nuestra decisión, este nuestro camino. Vamos a las armas con fe,
con alegría, como quien va al reencuentro de la Patria preferida.
Sabemos que con nosotros está el pueblo, el mismo que en todas las
épocas memorables ha dicho presente ante todo lo noble, ante todo lo
bueno, ante todo lo justo.
Nuestra decisión de incorporarnos a los estudiantes, obreros y campesinos que hacen la guerra de guerrillas en Falcón, Portuguesa, Mérida, Zulia, Yaracuy, obligados por la brutal represión del gobierno que amenaza con la muerte, la tortura y la cárcel a quienes se oponen a sus designios, obedece a la firme convicción de que la política de las camarillas que ejercen hoy el Poder no muestran ningún ánimo para dar soluciones a la crisis política venezolana a través del dialogo y la senda electoral. Toda la maquinaria oficialista ha sido desde ya colocada al servicio de los grupos exclusivos que forman la intimidad del actual Presidente y sin espíritu de servicio a la Patria y al Pueblo, tales grupos han privado a los venezolanos de sus más elementales derechos y desde ahora preparan el fraude que les permite perpetuarse en el Poder, a usanza de todos los gobiernos despóticos que el país ha padecido.
Nuestra decisión de incorporarnos a los estudiantes, obreros y campesinos que hacen la guerra de guerrillas en Falcón, Portuguesa, Mérida, Zulia, Yaracuy, obligados por la brutal represión del gobierno que amenaza con la muerte, la tortura y la cárcel a quienes se oponen a sus designios, obedece a la firme convicción de que la política de las camarillas que ejercen hoy el Poder no muestran ningún ánimo para dar soluciones a la crisis política venezolana a través del dialogo y la senda electoral. Toda la maquinaria oficialista ha sido desde ya colocada al servicio de los grupos exclusivos que forman la intimidad del actual Presidente y sin espíritu de servicio a la Patria y al Pueblo, tales grupos han privado a los venezolanos de sus más elementales derechos y desde ahora preparan el fraude que les permite perpetuarse en el Poder, a usanza de todos los gobiernos despóticos que el país ha padecido.
Esperar que esta burla sangrienta se consagre sin mengua de la propia
dignidad, no sólo es cobardía, es alentar falsas ilusiones cuyas
consecuencia serían fatales para nuestro desarrollo democrático. Ya el
grupo que gobierna ha demostrado hasta la saciedad que sólo conoce el
método de la violencia, el camino de la ilegalidad. Frente a su
soberbia, no cabe otra actitud para aceptar al reto y disponerse a
combatirlo con sus mismos métodos, para que los venezolanos puedan,
libres del Gobierno de Betancourt, libres de sus odios e intrigas, de su
corrupción e incapacidad, de su politiquería y pequeñez moral, de su
sectarismo y maldad, darnos un gobierno verdaderamente nacional,
respetuoso de la ley democrática, fiel servidor del pueblo y leal a la
independencia y soberanía nacionales.
Hacemos armas contra la violencia, la represión, las torturas, el
peculado. Tomamos las armas contra las depravaciones y la traición. No
lo hacemos por romántica concepción de la lucha ni sometidos a otra
decisión que a la nuestra, sólo comprometida con Venezuela. No hacemos
la guerra contra las Fuerzas Armadas, en su conjunto, en cuyo senos nos
consta por experiencia personal y por la acción conjunta que libramos en
Enero del 58, se han formado Oficiales cuya única ambición es también
la nuestra: ser útiles a la Patria y servir a su grandeza y soberanía. Y
porque la inmensa mayoría de los clases y soldados pertenecen a las
clases humildes, a las familias sin pan, ni tierra, ni libertad. Y si
algunas de sus jerarquías han sido colocadas como ciego e incondicional
instrumento personalista del grupo de Rómulo Betancourt, ello no puede
ocultarnos que más temprano que tarde civiles y militares nos
encontraremos juntos en un mismo propósito fraternal y patriótico.
Evidencia de esta afirmación es la reciente "Sublevación de Carúpano" [4
de mayo de 1962] y "la heroica acción de Puerto Cabello" [2 de junio de
1962], donde Oficiales de limpia trayectoria como Jesús Molina
Villegas, Pedro Medina Silva y Manuel Ponte Rodríguez supieron dar un
paso al frente de la historia, antes de vivir en la ignominia. Allí se
demostró como en el seno de las Fuerzas Armadas hay hombres que sienten
la Patria en su exacta dimensión y que inspirados en las lecciones de
Bolívar, siguen su ejemplo de valor, de nobleza y patriotismo y como
este Gobierno llega hasta el bombardeo de ciudades abiertas, al
genocidio, para tratar de conservar una situación ya insostenible. El
comino trillado por ellos habremos de continuarlo para que al salir de
la prisión gloriosa, los Oficiales, clases, soldados y civiles de la
heroica acción de Carúpano y Puerto Cabello, puedan vivir dentro de una
Patria nueva, como la que hemos soñado todos y por la cual ellos
combatieron. No hacemos las armas contra el Ejército, la hacemos contra
quienes sirven a los monopolios extranjeros causantes de nuestra
pobreza; hacemos la guerra, contra los asesinos de estudiantes, de
obreros, de campesinos; hacemos la guerra contra los que roban y
comercian a nombre de una democracia falsa; hacemos la guerra contra los
que siembran el hambre, la angustia y el dolor en la familia
venezolana; hacemos la guerra contra una vida de corrupción, de odios y
de intrigas; en fin, hacemos la guerra para que la aurora de la libertad
y la justicia resplandezca en el horizonte de la Patria. [...]
La defensa del Parlamento independiente corresponde a todos y la defensa
de la Constitución es un deber irrenunciable. Por ello cuando hacemos
armas contra este gobierno, las hacemos por la restitución
de la constitucionalidad democrática, por la Cámara de Diputados escarnecida y
atropellada, por la independencia de los poderes públicos, por la
democracia y la justicia.
Convoque, pues señor presidente, al suplente respectivo porque yo he salido a cumplir el juramento que hice ante ustedes de defender la Constitución y las leyes del país. Si muero no importa, otros vendrán detrás que recogerán nuestro fusil y nuestra bander para continuar con dignidad lo que es ideal y saber de nuestro pueblo. ¡Abajo las cadenas! ¡Muera la opresión! ¡Por la Patria y por el Pueblo! ¡Viva la Revolución!»
Convoque, pues señor presidente, al suplente respectivo porque yo he salido a cumplir el juramento que hice ante ustedes de defender la Constitución y las leyes del país. Si muero no importa, otros vendrán detrás que recogerán nuestro fusil y nuestra bander para continuar con dignidad lo que es ideal y saber de nuestro pueblo. ¡Abajo las cadenas! ¡Muera la opresión! ¡Por la Patria y por el Pueblo! ¡Viva la Revolución!»
Plena vigencia cobra hoy día, estas memorables palabras con que Fabricio Ojeda describía la situación de Venezuela para ese entonces; situación la cual no ha cambiado en lo absoluto. El pueblo Venezolano sigue sufriendo los mismos males de hace 50 años, sigue sufriendo pues las consecuencias de un gobierno divorciado del pueblo y que entrega a merced nuestra soberanía a los intereses de las potencias extranjeras. Incluso, más compleja es la situación Venezolana, que se ha recrudecido en los últimos años, bajo la gran farsa histórica que encarna el gobierno de Hugo Chávez y su camarilla -quienes pretenden ocultar sus verdaderos intereses al servicio de la oligarquía financiera internaciona y sus cómplices locales- disfrazándose de revolucionarios y manipulando al pueblo Venezolano con un falso discurso socialista, convirtiéndose en la peor de las estafas a los anhelos de transformación, progreso, bienestar, justicia y democracia de nuestro pueblo.
¡Honor y gloria a Fabricio Ojeda!
El mejor de los homenajes: continuar la lucha, por la verdadera revolución,
por el socialismo, por el bienestar de todo el pueblo Venezolano.
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