Un nuevo país nos toca construir
Desde 1998 Venezuela vive un proceso que ha cambiado la sociedad y al pueblo venezolano, pero no en el sentido de responder a sus necesidades de desarrollo, progreso y bienestar, sino para convertirlo en presa de uno de los más grandes engaños de la historia. Este “proceso” olvidó cuál era el objetivo, perdió el rumbo ―suponiendo que en algún momento lo tuvo― y simplemente dividió al país en dos bandos, agotando su autodenominación de “revolucionario” en un continuismo generalizado que dio cauce a una especie de neobipartidismo entre azules y rojos que ha convertido la supuesta “revolución” en menos que un revolcón de conceptos que a muchos confundió e hizo perder el rumbo.
Nueve años después, en 2007, la juventud venezolana asume el rol protagónico planteándose la lucha por un país libre, democrático y de reconciliación nacional, un país de justicia social, pluralismo y amplitud. El crimen de los hermanos Faddoul y la masacre de Keneddy detonaron la rabia juvenil y luego, con gran incidencia de los medios, la amenaza de cierre de RCTV y la vulneración del derecho a la libertad de expresión despertaron la euforia de una juventud que llevaba años silenciada por la mezquindad y la falta de perspectiva de algunos partidos del estatus, opositores y oficialistas. Así resurge un renovado movimiento estudiantil, liderando una contienda política ―contra la reforma anticonstitucional― y demostrando al país que la participación de todos los factores es necesaria para la búsqueda del bien común y que esa participación desde abajo es indispensable para la defensa de los derechos y libertades individuales y colectivos. Militantes partidistas, independientes, jóvenes de las universidades, de educación media, trabajadores, muchachos de los barrios asumieron el protagonismo sin mezquindad y el pueblo se sintió identificado con esa gesta libertaria.
Rescatamos este fragmento de historia para dar pie a la propuesta que hoy hacemos al país. Esa juventud se ha transformado y desde las bases clama por una mayor participación protagónica de cada uno de sus dirigentes, pide a gritos un camino ideológico y político y por sobre todo un rumbo hacia dónde dirigir la lucha en la nueva década de esta falsa revolución. El eclecticismo y el apartidismo ―vendidos como remedios posmodernos― lo que han hecho es truncar el avance político de la juventud venezolana, impidiendo que la renovación ética y el refrescamiento del ideario político ocuparan un mayor espacio dentro del escenario político nacional.
Entendemos perfectamente que la palabra “unidad” no está referida, ni debería estarlo, sólo a los procesos electorales, ni mucho menos a discursos altisonantes. La unidad debe presentarse en cada una de las luchas que emprende el pueblo por sus derechos, la unidad está garantizada si se construye desde abajo, si se comulga con un objetivo general. Frente a una manera de hacer política que ha devenido en autoritarismo despótico, pragmatismo que mata los idearios, preponderancia de cogollos y cenáculos aislados de los intereses de las mayorías ―cuestiones características del oficialismo pero también presentes en instancias opositoras―, proponemos construir una gran fuerza juvenil que contribuya a generar una genuina alternativa de liderazgo que devuelva la esperanza al pueblo venezolano.
Congregamos voluntades juveniles de todo el país ―universidades autónomas, universidades experimentales, institutos tecnológicos, colegios universitarios, educación media y jóvenes trabajadores― en una juventud amplia y plural, con un gran sentido de abnegación y de compromiso patrio, donde azul y rojo convergen para crear el matiz nacional de una verdadera revolución democrática y del pueblo.
Esta juventud ―revolucionaria de verdad― pugna por la unidad dentro de la heterogeneidad de la sociedad venezolana y aspira a convertirse en una alternativa de país para todos, incluyendo a “los del medio” de esta diatriba, que no encuentran un proyecto que les permita identificarse no con algún sector, parcialidad o color sino con Venezuela, pues el color de Venezuela es desarrollo, progreso, democracia y libertad, principios rectores de nuestra iniciativa. Unir las luchas de todos por los derechos de todos es nuestro objetivo y hablamos al país para decirle desde la más profunda perspectiva democrática, sin miedo a los falsos usos de la palabra, que una verdadera revolución ésta apenas por comenzar…
La amplitud, la inclusión y el reencuentro nacional son aspectos fundamentales en nuestros debates y planteamientos, pues sólo logrando la reconciliación nacional alcanzaremos electoral y políticamente la derrota del actual régimen político que ha entronizado el despotismo, el sectarismo y la discriminación, la falta de ética, el desprecio al conocimiento científico, el resentimiento en vez de conciencia, una participación sojuzgada, la ausencia de autonomía, el militarismo sustituyendo a la civilidad, un poder “popular” tutelado, características del accionar del oficialismo, pero también presentes en una gama de opositores, y que ha encontrado en la aplicación de la fuerza un modelo de imposición de las definiciones de los cenáculos, nuevos y tradicionales cogollos que tanto daño le han hecho a nuestra patria. Y esto lo han hecho porque no nos hemos detenido a decir: basta ya. No se trata de derrotar a un gobierno simplemente, sino de desterrar todas esas actitudes del sistema político venezolano. Reconciliar al pueblo venezolano desde la ética y la probidad, desde la inteligencia y la razón, y desde el corazón y la franqueza, para unir al país en el progreso y el bienestar, es nuestra demanda.
Nuestra tarea es luchar por una Venezuela de verdadera justicia, democrática y productiva, en donde el derecho a la propiedad esté emparentado con el derecho al bienestar colectivo, y en donde la ciudadanía sea respetada desde sus sueños, metas y objetivos personales hasta los colectivos, para alcanzar la igualdad desde la posibilidad y no desde la obligatoriedad. Un país productivo en el que la superación de la pobreza iguale hacia arriba a la sociedad en su conjunto, en condiciones y oportunidades, empeñados en la búsqueda de la soberanía agroalimentaria e industrial como principal demanda.
Nuestra lucha es por una educación con autonomía del conocimiento, desde el que se absorbe en educación media, hasta el que se requiere crear y transformar en la universidad. Una autonomía de los saberes y de la producción de conocimientos para el alma y la razón, pero sobre todo, para el desarrollo de la producción nacional. No la autonomía de la mediocridad sumisa, sino la autonomía de la verdad, y de su virtud transformadora.
Esta juventud, con hermosas actitudes libertarias, de protesta y disensión, ha dado muestras de sacrificio en diversos momentos, y principalmente en la etapa más difícil de la historia reciente. Ser joven no es garantía de futuro si no se rebela contra este presente. Nuestra juventud debe rebelarse en pensamiento y acción, y rebelarse contra lo establecido desde un proyecto de autonomía y libertad. Nuestra lucha es por construir una generación que salve lo que queda de patria, para reconstruirla desde nuevos cimientos, con nuevas bases y nuevas perspectivas; desde una democracia incluyente y alternativa, donde lo alternativo y el cambio sean cotidianos; una democracia donde la gente tenga la decisión final desde el principio, y no a la inversa. En fin, desde una nueva política y una democracia de nuevo tipo.
basta ya. El heroísmo que nos demanda el momento estamos dispuestos a asumirlo con firmeza en nuestras filas. Somos una juventud probada en la ética y la transparencia, en la entrega y el desprendimiento en la lucha por los derechos de todos. Te invitamos a incorporarte a nuestra juventud revolucionaria para luchar, para pensar y para crear; para hacer lo que se debe en el momento preciso y en beneficio de la sociedad. Nada nos detendrá en el deseo de reconciliar al pueblo venezolano. Esa es nuestra demanda, nuestro reto y nuestra acción.
Esta “juventud consecuente, luchando por el futuro y el presente” retoma la batuta de la lucha con mayor madurez política, con mayor experiencia, pero siempre con la irreverencia que nos caracteriza; con la condición revolucionaria de ser joven y con la convicción de que ahora, ahora apenas comienza una verdadera revolución...
Unión de Jóvenes Revolucionarios - UJR
Juventud Bandera Roja
Venezuela. 4 de junio de 2011
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